EN FRANCÉS
[Versión de Johanna Rittiner-Sermier >>>]
Letra y música: Georges Brassens
Les chansons de salle de garde
Ont toujours été de mon goût,
Et je suis bien malheureux, car de
Nos jours on n'en crée plus beaucoup.
Pour ajouter au patrimoine
Folklorique des carabins,
J'en ai fait une, putain de moine,
Plaise à Dieu qu'elle plaise aux copains.
Ancienne enfant de Marie-salope
Mélanie, la bonne au curé,
Dedans ses trompes de Fallope,
S'introduit des cierges sacrés.
Des cierges de cire d'abeille
Plus onéreux, mais bien meilleurs,
Dame! la qualité se paye
A Saint-Sulpice, comme ailleurs.
Quand son bon maître lui dit: "Est-ce
Trop vous demander Mélanie,
De n'user, par délicatesse,
Que de cierges non encore bénits?"
Du tac au tac, elle réplique
“Moi, je préfère qu'ils le soient,
Car je suis bonne catholique.”
Elle a raison, ça va de soi.
Elle vous emprunte un cierge à Pâques
Vous le rend à la Trinité.
Non, non, non, ne me dites pas que
C'est normal de tant le garder.
Aux obsèques d'un con célèbre,
Sur la bière, ayant aperçu
Un merveilleux cierge funèbre,
Elle partit à cheval dessus.
Son mari, pris dans la tempête
La Paimpolaise était en train
De vouer, c'était pas si bête,
Un cierge au patron des marins.
Ce pieux flambeau qui vacille
Mélanie se l'est octroyé,
Alors le saint, cet imbécile,
Laissa le marin se noyer.
Les bons fidèles qui désirent
Garder pour eux, sur le chemin
Des processions, leur bout de cire
Doivent le tenir à quatre mains,
Car quand elle s'en mêle, sainte vierge,
Elle cause un désastre, un malheur.
La Saint-Barthélémy des cierges,
C'est le jour de la Chandeleur.
Souvent quand elle les abandonne,
Les cierges sont périmés;
La sainte famille nous le pardonne
Plus moyen de les rallumer.
Comme elle remue, comme elle se cabre,
Comme elle fait des soubresauts,
En retournant au candélabre,
Ils sont souvent en petits morceaux.
Et comme elle n'est pas de glace,
Parfois quand elle les restitue
Et qu'on veut les remettre en place,
Il sont complètement fondus.
Et comme en outre elle n'est pas franche,
Il arrive neuf fois sur dix
Que sur un chandelier à sept branches
Elle n'en rapporte que six.
Mélanie à l'heure dernière
A peu de chances d'être élue;
Aux culs bénits de cette manière
Aucune espèce de salut.
Aussi, chrétiens, mes très chers frères,
C'est notre devoir, il est temps,
De nous employer à soustraire
Cette âme aux griffes de Satan.
Et je propose qu'on achète
Un cierge abondamment béni
Qu'on fera brûler en cachette
En cachette de Mélanie.
En cachette car cette salope
Serait fichue de se l'enfoncer
Dedans ses trompes de Fallope,
Et tout serait à recommencer.
Las canciones de sala de guardia
siempre han sido de mi gusto,
y estoy apenado, pues en
nuestros días ya no se componen muchas.
Para aumentar el patrimonio
folclórico de los estudiantes de medicina,
yo he hecho una que es la hostia,
plazca a Dios que guste a los colegas.
Vieja inocentona-guarrona,
Melanie, la criada del cura,
en sus trompas de Falopio
se introdujo unos cirios sagrados;
cirios de cera de abeja,
más onerosos pero mejores,
¡diantre! la calidad de paga
en Saint-Sulpice(1) como en cualquier parte.
Cuando su buen patrón le dijo: “¿Sería
demasiado pedirte, Melanie,
que no usases, por delicadeza,
más que cirios aún no bendecidos?”,
devolviendo la pelota, ella replica:
“Prefiero que lo estén,
pues soy buena católica.”
Tiene razón, salta a la vista.
Te toma prestado un cirio en Pascua
y te lo devuelve por la Trinidad.
No, no, no, no de digáis que
es normal guardarlo tanto tiempo.
En las exequias de un imbécil famoso,
sobre el ataúd, habiendo apercibido
un maravilloso cirio fúnebre,
montó a caballo sobre él.
Al verse su marido atrapado en la tormenta,
la pimpolesa(2) estaba
consagrando, cosa nada estúpida,
un cirio al patrón de los marinos.
Esa pía llama vacilante
Melanie se la adjudicó
y entonces el santo, el muy imbécil,
dejó que el marino se ahogase.
Los buenos fieles que desean
conservar para sí, a lo largo del recorrido
de las procesiones, su pedazo de cera,
han de agarrarlo a cuatro manos,
pues cuando ella interviene, virgen santa,
causa un desastre, una desgracia.
La Saint-Barthélemy de los cirios
es el día de la Candelaria.(3)
A menudo, cuando los abandona,
los cirios están caducados;
la Sagrada Familia nos lo perdone,
no hay modo de volverlos a encender.
Por el modo en que se mueve y se encabrita,
por el modo en que se arrebata,
al regresar al candelabro
a menudo están hechos añicos.
Y como no es de piedra,
a veces, cuando los restituye
para devolverlos a su sitio,
están totalmente fundidos.
Y como además no juega limpio,
nueve veces de cada diez sucede
que en un candelabro de siete brazos
sólo vuelve a colocar seis.
Melanie, en la hora postrera,
tiene pocas probabilidades de ser elegida;
los culos benditos de este modo
no tienen salvación ninguna.
Así que, cristianos, queridísimos amigos,
es nuestro deber, ya es hora,
de emplearnos en sustraer
esta alma de las garras de Satán.
Y propongo que compremos
un cirio abundantemente bendecido
que encenderemos a escondidas
a escondidas de Melanie.
A escondidas, pues esa guarra
sería capaz de hundírselo
en sus trompas de Falopio
y todo volvería a empezar.
(1) Iglesia situada en la Place Saint-Sulpice de París, construida en la segunda mitad del siglo XVIII.
(2) Habitante de Paimpol, localidad costera en las Côtes-d'Armor (Francia). “La Paimpolaise” es el epílogo en verso de una novela de 1932, donde se lee: Dejando sus retamas y su landa / Cuando el bretón se hace marino, / Para ir a pescar a Islandia…
(3) El día de la Candelaria se celebran procesiones católicas en honor a la Virgen de la Candelaria. La alusión a la Saint-Barthélemy hace referencia al degüello de todos calvinistas de París, acontecido el 24 de agosto de 1572. [Ampliar conocimientos sobre la Saint-Barthélemy >>>]
No hay comentarios:
Publicar un comentario